Basado en el Informe IPBES 2024 sobre cambio transformador y biodiversidad
¿Y si te dijera que la pérdida de biodiversidad no es una consecuencia, sino un síntoma?
Estamos tan acostumbrados a hablar de “crisis ambiental” que olvidamos algo esencial: el colapso ecológico no es un accidente, es el resultado lógico de un sistema que prioriza el lucro por encima de la vida. Esa es la premisa con la que arranca el último informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES).
Este documento no propone parches ni reformas suaves. Habla de cambio transformador. Y lo hace con una contundencia poco común en informes intergubernamentales: si no cambiamos el marco que define qué es desarrollo, poder y bienestar, no hay conservación que alcance.
¿Qué significa realmente transformar?
El informe define el cambio transformador como una reorganización profunda de las perspectivas, estructuras y prácticas. Es decir: no se trata de hacer lo mismo, pero con energía solar. Se trata de modificar las reglas del juego que nos trajeron hasta aquí.
Y lo más valioso: no solo señala lo que debe cambiar. También nos dice quién ya lo está haciendo.
Visiones indígenas: brújulas para otro futuro posible
El corazón disruptivo del informe está aquí: no se puede lograr un cambio transformador si no se transforman las visiones del mundo que nos trajeron hasta aquí. Y muchas de las alternativas ya existen —no en los think tanks de Bruselas o Washington, sino en los saberes ancestrales, espirituales y territoriales de los pueblos indígenas y comunidades locales.
Estas visiones no son “valiosas aportaciones”: son contraparadigmas civilizatorios. Fundadas en la reciprocidad, el equilibrio, la suficiencia y el respeto a la naturaleza como ser vivo, son capaces de redefinir qué es desarrollo, bienestar y poder.
Y, sobre todo, funcionan: actualmente, más del 40% de los ecosistemas mejor conservados del mundo están bajo su gobernanza.
Ejemplos de territorios que ya practican el cambio transformador
El informe documenta experiencias de distintos continentes donde los pueblos indígenas no solo protegen ecosistemas, sino que reorganizan el mundo desde otra lógica:
- Andes – “Buen vivir” (Sumak Kawsay): una filosofía que redefine el desarrollo como armonía con la naturaleza y la comunidad.
- Amazonía – Gobernanza indígena del bosque: manejo rotativo y ritual del territorio por pueblos como los Asháninka o Kayapó.
- Ártico – Conocimiento inuit: saberes ancestrales para monitorear el cambio climático y adaptarse a nuevas condiciones.
- África – Agroecología masai: cultivo regenerativo y monitoreo climático basado en prácticas tradicionales.
- Asia – Subak (Bali): sistema de riego y cultivo basado en ritual, colaboración y espiritualidad.
- Australia – Quemas culturales: manejo del fuego por pueblos aborígenes para proteger ecosistemas.
- Mesoamérica – Milpa ritual: sistema agrícola que integra espiritualidad, soberanía alimentaria y regeneración del suelo.
¿Qué propone el informe como hoja de ruta?
IPBES plantea cinco estrategias sistémicas, con acciones concretas y ejemplos que ya están en marcha. No hay que inventar el futuro: hay que reconocerlo y protegerlo.
1. Conservación regenerativa: cuidar no es aislar, es convivir
En la Amazonía, los Kayapó patrullan su territorio con mapas culturales, rituales de protección y vigilancia comunitaria. Han logrado frenar la deforestación sin depender de estructuras externas.
2. Transformar sectores económicos que destruyen biodiversidad
Las prácticas agroecológicas de comunidades masai en Tanzania han restaurado suelos, empoderado a mujeres y sostenido soberanía alimentaria sin agrotóxicos ni monocultivos.
También, la milpa en Mesoamérica encarna una economía regenerativa, espiritual y cultural que resiste al agronegocio.
3. Redefinir el sistema económico global
Nueva Zelanda implementó un “presupuesto del bienestar” que mide el éxito en función de salud mental, equidad y medio ambiente.
En los Andes, economías basadas en el buen vivir priorizan el equilibrio colectivo y no el crecimiento infinito.
4. Reformar la gobernanza: redistribuir poder para cuidar mejor
En Canadá, acuerdos de co-gobernanza con pueblos Cree e Inuit les otorgan poder de decisión sobre la gestión de sus territorios.
En Bali, el sistema subak se basa en asambleas espirituales comunitarias para definir el uso del agua.
5. Transformar valores y narrativas: sin cambio cultural, no hay futuro
La inclusión de los derechos de la naturaleza en la Constitución de Ecuador nace de movilizaciones indígenas que cuestionaron la lógica de desarrollo lineal.
En Australia, el manejo indígena del fuego es hoy referencia global en prevención de megaincendios.
¿Y quién tiene que actuar?
El informe establece que el cambio transformador es intersectorial y multiescalar. Nadie queda fuera, y nadie debería quedar al mando absoluto. Se requieren nuevas alianzas, nuevas legitimidades y una redistribución radical del poder.
- Gobiernos: Deben dejar de subsidiar la destrucción, regular con base en la justicia ecológica y asegurar el respeto a derechos colectivos.
- Sociedad civil: Actuar como puente, no intermediario. Defender a quienes defienden. Denunciar extractivismos disfrazados de sostenibilidad. Construir visión común desde lo colectivo.
- Sector privado: No basta con certificaciones: se requiere transformación de cadenas de valor, participación justa y transparencia.
- Pueblos indígenas y comunidades locales: Ya lideran el cambio. Lo que falta no es conocimiento, sino espacio, recursos y respeto para su agencia política, epistémica y territorial.
El futuro no será una extensión del presente
Lo que plantea IPBES no es un sueño utópico. Es una invitación a imaginar futuros que no repliquen las jerarquías del presente. Futuros donde la sostenibilidad no sea una palabra de moda, sino una forma concreta de vivir en interdependencia.
Y ese futuro —si es justo, regenerativo y habitable— ya está siendo cultivado por quienes han sabido resistir al despojo sin perder el vínculo con la tierra.
Te invitamos a conocer el informe completo.