El relajo me gusta, pero me asusta

Fiestas, risas, baile, humor y desmadre: cosas que parecen estar siempre presentes en la identidad colectiva (no nacional) del mexicano.

Desde hace unos años que me he interesado en la identidad del mexicano, no porque sea una esencia inmutable a conocer, sino porque, históricamente,* es un punto de partida para pensar y articular otras vivencias, experiencias y costumbres lejos de la identidad europea hegemónica. Por eso, en esta entrada les compartiré la forma como intento traer a plena conciencia el fenómeno tan serio y tan característico del mexicano: el relajo.

¿Qué es el relajo?

En pocas palabras, es un comportamiento que suspende la seriedad. Concebir, asumir o materializar algo con seriedad es darle valor. Si algo se mantiene formal, se mantiene necesario e importante. Así, el relajo sirve para suspender el juicio y dar paso a la liberación de pensar que las cosas en realidad no son tan importantes, ni tan necesarias, sino todo lo contrario: bien pueden ser de una forma distinta. Aquí la palabra clave es liberación: la norma, los valores y el deber ser, cuando se piensan en serio, oprimen.

Luis Alberto García, en su tesis de Filosofía, defiende que el relajo se da específicamente en ciertos sectores de la sociedad, como lo son niños y adolescentes, albañiles o personas de otros múltiples oficios, traficantes de sustancias prohibidas, policías o políticos, que constantemente suspenden los valores sociales y morales a través de, por ejemplo, los apodos,** el albur y el cotorreo.

De esto último pueden trazarse dos cuestiones. 

La primera: el relajo suele ser un comportamiento masculino, porque parece que las mujeres solo estamos obligadas a tomarnos todo en serio y también que nosotras siempre somos objeto de apodo o albur, pero nunca sujetas de tal comportamiento.

La segunda: empleado de una forma crítica, el relajo es un elemento muy útil que está presente en varios países de Latinoamérica, y que otros países del Norte Global pueden aprender de nosotrxs, pues implica una forma distinta de liberación.

El relajo, una cuestión existencial muy seria

Darme cuenta del potencial del relajo me gusta, pero me asusta. Me asusta porque todo aquello que considero real, verdadero y de sentido común podría romperse en mil pedazos, en el momento en el que yo decida abandonar la seriedad. Pero me gusta justo por el mismo motivo: porque sé de un punto débil para romper mi realidad en mil pedazos. Y si partimos del hecho de que el ser humano es libre y “absolutamente dueño de su propio destino” (como lo plantean las teorías filosóficas existencialistas), me surgen dos preguntas: ¿Qué me (nos) obliga a tomar la realidad tan en serio? ¿Por qué estamos comprometiéndonos tanto con la existencia y la seriedad?

Como vemos, hablar del relajo no es hablar únicamente de chistes, ironías, sarcasmos ni burlas; implica profundizar en discusiones serias sobre el absurdo, la libertad, el sentido y las bases de nuestra presencia en el mundo. No es un fenómeno más, es una categoría-comportamiento que, de emplearse bien, puede poner en jaque el valor de las cosas y, con eso, el mundo como lo conocemos. Así, lo que me explota la cabeza es pensar que la pérdida de la seriedad y el valor no es excepcional, sino algo que siempre está presente, latente y posible: podemos debilitar la seriedad y el valor asignado en cualquier momento que lo deseemos.

Esto, la fragilidad inherente de la seriedad llevó a Luis Villoro y Leopoldo Zea a plantear un existencialismo mexicano: una teoría, un espacio de pensamiento, que nos permite definir y cuestionar nuestro ser en el mundo a partir de conceptos y problemáticas propias que poco tienen que ver con la realidad europea hegemónica.

Carlos Oliva, en su texto Hermenéutica Del Relajo Y Otros Escritos Sobre Filosofía Mexicana Contemporánea dice que “no hay certezas una vez que uno entra al vértigo que implica relajar un valor [abandonar la seriedad]; pero tampoco hay certezas cuando uno se toma la vida demasiado en serio”. En mi opinión, solo está la certeza de que tenemos la libertad absoluta de elegir, jugar y movernos entre el relajo y la seriedad.

Por último, te comparto un libro de Jorge Portilla, la Fenomenología del Relajo

*Entre 1948 y 1952 surge el grupo Hiperión, un conjunto de filósofos e historiadores de la UNAM cuyo objetivo era pensar, construir y desarrollar una nueva filosofía mexicana y, con esto, empezar a trazar una filosofía latinoamericana como oposición a la contemporánea europea.
**Un dato que me parece sumamente gracioso es que mi papá le dice a un amigo suyo El Espárrago, e incluso su esposa le dice Espa (pero no por su altura o delgadez), lo cual considero que es una forma muy simpática de llevar al absurdo (en buen plan y con cariño) la presencia de una persona.

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