Todos los días del calendario, todas las historias

A finales del año pasado compré un calendario impreso. Uno de esos tradicionales a los que vas arrancando las hojas día con día. Cada hoja tiene una frase y los feriados vienen marcados de forma especial. ¿Y para qué un calendario de papel en pleno 2024?

Decidí comprarlo después de leer Contra el rebaño digital, de Jaron Lanier, y sobre todo al reflexionar sobre esta frase suya: “El calendario hace que cada día tenga sentido”. ¿Qué tipo de sentido? Un sentido narrativo. Cada día, cada festividad, mi cumpleaños, el de mi hermano, un aniversario… todos son rituales, prácticas narrativas que nos dan identidad, que hacen que “estar en el mundo sea como estar en casa”. Sin eso, lo que nos queda es el calendario del móvil, que no es más que una agenda vaciada de sentido, sin tiempos festivos.

Hoy les hablaré sobre la necesidad de narrarnos a nosotros mismos a partir de estos rituales, de abandonar la apatía por las fechas y sus significados, y al narrar todas esas historias que nos importan, configurarnos un mundo distinto.

La vida desnuda

De todo el libro, comparto dos conceptos de Lanier claves para entender el tiempo como narración.

Es la narración lo que eleva a la vida por encima de su mera desnudez. Narrar consiste en hacer que el transcurso del tiempo tenga sentido, consiste en darle al tiempo un principio y un final. Sin narración, la vida es meramente aditiva. (p. 42)

Si lo pensamos bien, cuando uno vive en realidad no sucede nada. Las personas entran y luego se van, cambia el decorado varias veces y un día se apaga todo. En esta “vida desnuda” nunca hay comienzos ni finales, los días son una suma interminable y monótona. En esta “vida desnuda” uno saca conclusiones más o menos como cortes de caja: “llevo viviendo aquí tres años”, “llevo trabajando aquí ocho años”, “ya es lunes”, “ya es martes”, 2023, 2024…

Hay una crisis existencial en esta modernidad asociada a la narración. Hoy vida y narración van separadas. La vida está más desnuda que nunca. Carece de imaginación narrativa. La información no se deja componer en una narración. (p. 91)

¿Y cómo es una vida no desnuda? Una vida narrada. En el tiempo como narración no hay solo lunes, martes, miércoles, sino Navidad, Cumpleaños, Aniversario. En el tiempo narrado se diría: Me narro, luego existo.

Vivir épicamente

A un par de calles de donde vivo están construyendo un bloque de edificios de departamentos. La posibilidad de comprar uno y vivir allí se anuncia con este anuncio gigantesco: “Vive épicamente”. El tamaño del anuncio es inversamente proporcional al de los departamentos, pero de la misma proporción que su precio, eso sí.

¿Qué significa “vivir épicamente”, me preguntaba cada que pasaba por ahí? Después de leer a Lanier es evidente que la épica se asocia a la narración, a la historia que contamos de nuestros días, su organización y el significado que les damos.

Tengo un amigo que se aventuró a financiar la maestría de su hijo en Londres, por ejemplo. Ambos llegaban a fin de mes con pagos marcados en sus calendarios: renta, colegiatura, transporte, alimentos… pero cuando le preguntaba cómo lo llevaba, me respondía que para ellos era “una épica”, una historia desafiante, llena de retos, contratiempos y victorias.

Mi hermana y su novio, por otra parte, acaban de tomar la decisión de invertir en un terreno en lugar de una casa pre-construida. La razón fue similar: cada fin de mes es más que la fecha de pago. Es decir, cada fecha de pago habilitó nuevas fechas cargadas de sentido: “el día de la visita al terreno”, con su inmensa posibilidad de imaginación de un futuro por el que merece la pena vivir.

Con esto no quiero decir que abandones el Calendar y te pierdas importantes reuniones de trabajo, sino que rescatemos dentro de la apretada agenda espacios para narrar nuestros días. Una historia por cada hoja del calendario.

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