¡Salgamos del ‘modo avión’! Realidad virtual, para mitigar el impacto ambiental del turismo

¿Se han puesto en ‘modo avión’?

Hace poco fui de vacaciones y me dio tiempo de observarnos, dándome cuenta de que solemos tener un comportamiento peculiar como turistas, un tipo de síndrome: es como si nos desconectáramos no solo de preocupaciones cotidianas, sino hasta de nuestras emociones y responsabilidades ante la Naturaleza. Como dispositivos en un vuelo, ¡nos ponemos en ‘modo avión’!

Quizás esto se debe a que, asumimos, vacacionar implica olvidarnos de las ocupaciones y el estrés del día a día, pero igual de los problemas sociales, lo que no es justificación para comportarnos como hambrientos depredadores o como patanes ambientales, por así decirlo.

Nos sentimos en ocasiones como si pudiéramos hacer lo que queramos adonde sea que vayamos solo porque llegamos de visita y el mundo debiera atendernos y soportarnos. En ‘modo avión’, por ejemplo, viajamos solo para comer y tomarnos una selfie; no cuidamos el agua, nos vale si pisamos vestigios sagrados de una sociedad antigua —y hasta llegamos a robarlos—, y ni las costumbres o necesidades locales consideramos, pues, “total, esas comunidades están para servirme”.

Sucede que, replicado masivamente a través de nuestro Planeta, este ‘modo avión’ es una de las causas de la crisis climática, ¡sí! La Organización Mundial del Turismo calcula que el 8% de gases de efecto invernadero a nivel mundial lo produce esta actividad, agravando la crisis ambiental que vivimos.

Ecoturismo y realidad virtual… ¿qué es esooo?

Considero que estamos en el momento correcto para pasar de la patanería del ‘modo avión’ o, en su caso, de la ecoansiedad que nos produce en ocasiones la resaca vacacional, a reflexionar sobre la apatía ambiental que vamos acumulando y actuar con base en esta pregunta: ¿es hora de someter nuestros deseos personales -muchos creados por el consumismo- por el bien de nuestro planeta? 

Una buena noticia es que ya hay acciones en la industria turística, desde el turismo sostenible especialmente, para lograr eficiencia energética, aprovechando racional y conscientemente el agua dulce, la electricidad y los recursos ambientales. También se ha empeñado en reducir el consumismo descomunal y el consecuente abismo de residuos que genera, incluyendo medidas drásticas como la de regular la cantidad de visitantes en ciertas zonas turísticas colapsadas ambiental y socialmente.

En este marco se aprovecha ya la realidad virtual, promoviendo experiencias digitales inmersivas que nos permiten estar y gozar a profundidad sin necesidad de desplazarnos físicamente, ni destrozar el patrimonio natural y cultural andando en ‘modo avión’.

En bermudas y chanclas por el mundo virtual

Hay un montón de opciones, que incluyen en ocasiones el uso de gafas y otros dispositivos. El Louvre ofrece recorridos en línea, lo que ya sabemos y no es más que una pequeña muestra de esta locura, que tomó especial auge durante la pandemia por Covid-19. Pero igualmente interesante es la experiencia inmersiva para promover la conservación de ecosistemas en alto riesgo: en Universum, al sur de la CDMX, podemos explorar reservas marinas protegidas, observando fauna y flora de manera aún más cercana y detallada que si estuviéramos en ellas.

Y al otro lado, en el oriente de la capital, hay una experiencia inmersiva que combina activaciones presenciales con realidad virtual: el Barco Utopía, incluyendo el acuario digital más grande de América Latina, muy cerca del famoso tianguis de las Torres. ¡De Iztapalapa para el mundo!

De igual modo, desde nuestro dispositivo móvil nos es posible visitar el Parque Nacional de Yosemite (California), y lo mejor: no incrementamos nuestra huella de carbono viajando para recorrer sus hermosos senderos, cascadas, ríos y bosques.

El sector hotelero también ha ido subiéndose al tren de la realidad virtual, con recorridos tanto de sus instalaciones como de puntos relevantes de sus alrededores, lo que está reduciendo considerablemente los desplazamientos contaminantes. Un ejemplo es la Hacienda Herrera, en Tambopata (Perú).

¿Qué significa todo esto? ¿A partir de ahora viviremos el turismo únicamente a través de lo digital? ¿Estamos condenades a apartarnos de la Naturaleza? 

En todo caso, me queda claro que la prioridad es reducir drásticamente nuestra apatía ambiental, porque vamos con severo retraso y un imperativo es optar por modelos de turismo sostenible, además, ya no hay razón para no viajar adonde se nos dé la gana. ¡No esperemos nuestro periodo vacacional para vivirlo! ¡Pongámonos a prueba! En un clic recorramos Toulouse, Petra, Tarraco, Hampi, Delhi, Hamburgo, Guiza, Versalles o Stonehenge, chela en mano, reclinades placenteramente en nuestro sillón favorito!

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