Cuando nos vemos afectados por un problema colectivo en nuestra comunidad, por ejemplo, el aumento de basura en las calles o la desaparición de áreas verdes, muchas veces nos indigna y preocupa, pero escasamente tomamos la iniciativa de afrontarlo, y no es reproche: este tipo de conflictos nos supera, pues creemos estar solos o que simplemente que no nos toca, sino al gobierno, y debe resolverlo.
Sin embargo, nuestra mentalidad puede cambiar si nos sentimos acompañados, cuando somos consciente de que nuestra indignación es un sentir compartido, que nuestros vecinos sienten lo mismo y que juntxs podemos crear una solución. Puede ser la chispa que nos impulse a la “innovación social”, proceso que no es exclusivo de emprendedores u organizaciones; puede ser asumido por ciudadadanxs.
Y es, en realidad, la forma más eficaz de crear innovación social, pues somos las personas que estamos siendo afectadas por ese problema quienes, juntando conocimientos y habilidades, generamos la solución. Ya sabes, es ese viejo dicho de que quieres que algo esté bien hecho, mejor házlo tú mismo… pero en comunidad.
De acuerdo con el artículo “Innovación Social Abierta” publicado por Stanford Social Innovation Review, “La innovación social tiene como objetivo generar nuevos productos, servicios y prácticas de valor para abordar los padecimientos de nuestra sociedad”, y está enfocada en crear soluciones a problemas sociales, ambientales o culturales de forma novedosa, efectiva, sostenible y justa.
Un ejemplo de su uso, que refiere con detalle dicho artículo, es el movimiento #WirVsVirus (#NosotrosContraElVirus), surgido en Alemania al inicio de la pandemia por COVID-19, en 2020 y que constituyó un “experimento social en donde participaron siete asociaciones civiles con apoyo del gobierno alemán.
“Mediante una convocatoria abierta, #WirVsVirus identificó los desafíos más apremiantes al enfrentar la COVID-19, por ejemplo, cómo digitalizar rápidamente los servicios de salud, cómo ofrecer apoyo a los ciudadanos para hacer frente al aislamiento provocado por el confinamiento y cómo responder a los crecientes casos de violencia doméstica. Un total de 28 mil ciudadanos pertenecientes a distintas franjas demográficas y profesionales participaron en un hackatón durante 48 horas, en donde desarrollaron ideas sobre cómo afrontar estos retos.
“Ciento treinta equipos que se conformaron durante o paralelamente al hackatón participaron en el programa de apoyo. Funcionarios públicos de distintos organismos federales y locales, empresas, fundaciones, filántropos y ciudadanos pusieron pro bono servicios, experiencia y tiempo, y hasta oportunidades de financiamiento a disposición de los participantes del hackathon y de sus grupos de apoyo”.
Además, se utilizó el enfoque de Innovación Social Abierta (OSI), el cual plantea “atacar problemas sociales integrando y organizando a diversos actores para que participen en el proceso desde la generación de nuevas ideas hasta llevarlas a cabo y escalarlas a grandes soluciones”. Dicho enfoque motiva a que la acción colectiva sea implementada de la mano de tecnologías digitales.
El OSI se fundamenta en dos supuestos: el primero es que “las ideas o posibles soluciones a los problemas sociales pueden darse, pero están distribuidas de forma desigual entre los ciudadanos y los grupos de interés; y el segundo, que el camino de la idea al resultado requiere una combinación de factores, tanto de colaboración como de competencia”.
Asimismo, este enfoque se estructura en 4 fases: Movilización, Agrupación, Selección y Escalado. Movilización hace referencia a “especificar el llamado a la acción y difundirlo”. La Agrupación busca “establecer un espacio para crear, desarrollar y reunir ideas”, La Selección empieza por “clasificar las soluciones y organizar el apoyo para las soluciones restantes. Y finalmente, durante el Escalado “se brinda un respaldo de recursos y guía a los innovadores”.