¿Pueden nuestros gatos enseñarnos a vivir mejor?

Bukowski dice que tener gatos es un regalo. “Si estás deprimido, basta mirar a los gatos para sentirse mejor, porque saben que las cosas son como son. No se entusiasman por nada. Ya lo saben. Son salvadores. Cuantos más gatos se tienen, más se vive…”.

Yo tengo cuatro gatos y si este consejo es cierto probablemente viva más que el promedio. Lo comprobé durante la época Covid 19, fui de las afortunadas que no la pasó tan mal, en muchas ocasiones gracias a ellos, pues aprendí a observar su serenidad y libertad mental.

Además, durante aquel encierro empecé a tomar más en serio la filosofía budista, tal vez porque al ver el panorama de un futuro tan negro comencé a afianzarme a mi presente.

Por eso fue una gran sorpresa cuando me regalaron un libro (gracias, Marco) que mezcló estas dos ideas y le dio sentido a la admiración por mis gatos. 

Filosofía Felina. Los gatos y el sentido de la vida (Sexto Piso, 2020), de John Gray, nos revela por qué los gatos parecen vivir en un estado zen constante, demostrándonos lo cómodos que se encuentran consigo mismos, y como estos insights podrían ser una no-filosofía que los humanos podemos intentar replicar para “aligerar la carga intrínseca al hecho de ser humanos”.

La idea no es spoilearte este libro, solo dejarte tres bites que podrían hacerte sentido.

Tres ideas felinas para llevar

  1. “Los gatos son felices siendo ellos mismos, mientras que los humanos intentan alcanzar la felicidad huyendo de sí” (página 46) 

Seguro alguna vez te has topado con una persona que te platicó que su resolución del año nuevo es ser feliz. Bueno, pues de acuerdo con Gray, lo que entrelíneas nos está revelando es que actualmente es desdichada, pues concibe la felicidad como un proyecto a futuro. Esta idea no es exclusiva de esa persona, es el ejemplo exacto de lo que nos bendice y maldice como humanos, y nos diferencia de los gatos (y cualquier otro animal): nuestra autoconciencia, que nos mantiene viviendo con desdicha por tener que vivir sabiendo que vamos a morir.

Gray asegura que amamos a los gatos (y estar con ellos) porque nos permite observar la vida libre, la vida sin ser humanos, la vida antes del pecado original

“Solo puedes estar en el paraíso cuando desconoces lo que es estar en el paraíso. Desde el momento en que lo sabes, el paraíso desaparece… En el Jardín del Edén, era la ignorancia de sí mismos lo que arropaba a los dos miembros de la pareja humana primigenia. En el momento en que adquieren autoconciencia, se dan cuenta de que están desnudos. Pensar en ti mismo es el regalo de la serpiente que ya no admite devolución.”(página 72) 

  1. Los gatos son “criaturas antinaturales porque viven conforme a su naturaleza” (página 153) 

Cuando tú hablas con una persona a la que no le gustan los gatos, generalmente el primer adjetivo que utiliza para referirse a ellos es que son egoístas, aunque este egoísmo sea en realidad un “egoísmo sin ego”. 

“Los gatos son egoístas por cuanto solo se preocupan de sí mismos y de otros a quienes quieren. Y carecen de ego porque no tienen una imagen de sí mismos que traten de preservar y acrecentar. Los gatos no viven siendo unos egoístas, sino siendo ellos mismos…”, escribe Gray.

Los gatos, a diferencia de los humanos, no viven bajo la moral tan valorada por los humanos, pero que, como explica Gray, tiene poca valía, pues parte de” juicios de valor personales”. Por ejemplo, el concepto de justicia, que por décadas ha ido mutando, al igual que lo hace la moda, cada generación, incluso en una misma persona, la justicia es algo diferente.

Sin embargo, los gatos, al igual que el taoismo o como lo explica Baruch Spinoza, viven siendo fieles a su naturaleza y para ellos, una buena vida “estará en función de aquello que necesite para hacer efectiva su naturaleza, y no con ninguna opinión ni convención.”

  1. “Si los gatos pudieran entender la búsqueda humana de sentido, ronronearían deleitados por semejante absurdidad” (página 161) 

¿Recuerdas esas conversaciones filosóficas que Alicia tiene en diferentes puntos de su viaje en El País de las Maravillas con el Gato de Cheshire, quien se ríe todo el tiempo de la confusión y el sin sentido en los que ella vive? Así imagino que la mayoría de nuestros gatos se reirían si supieran cómo las personas no podemos evitar el buscar un significado que trascienda nuestras vidas. Como añade Gray, vivimos creando relatos (filosofías, religiones…) para dar sentido a nuestras vidas finitas.

Una consecuencia de ello, de acuerdo con Gray, es que los humanos podemos no saber superar las ocasiones en las que estos relatos sobre nosotros mismos se ven trastocados. Por ejemplo, la tragedia: vivir bajo este relato, puede darle sentido a la vida, pero nos somete a nuestras penas, explica.

Los gatos, en cambio, saben muy bien lo que es el dolor, pero ninguno ha conocido la tragedia. Pese a que sufren, viven su vida con intrépida alegría. ¿Podemos nosotros vivir así? Merece la pena intentarlo.

Comparte:

Recibe nuestro boletín mensual, ¡suscríbete!

También te puede interesar: